martes, 8 de mayo de 2018

CARTAS A ROMA XIII.- SEQUÍA. ORACIÓN A LOS DIOSES


Sequía
Meses sin lluvia
Hambre, decepción, desesperación, enfermedades, muertes




Ylena, la espartana, ya no es tan amada. 
Es tan difícil ser buena y tan fácil ser mala. 
Su pueblo dice que desde que el romano no viene al poblado, la mujer se ha ido apagando y con ella sus poderes

Pocos conservan la fe
El desconsuelo se extiende más rápido si la tierra es yerma y no tienes nada en la boca más que palabras furiosas.

La gente comienza a marchar
Las casas quedan abandonadas

Sólo Hasira espera, la observa y llora a escondidas



Por ella, muestra sus dientes mellados y curva sus labios con esfuerzo, pero el dolor le aprieta el corazón. Ver como todos por los que su niña espartana se sacrificó le giran la espalda, es tan triste

"No merecen que se siga esforzando". Malditos. Malditos corazones podridos".- piensa con rabia.

"Y si Ylena hablara.... ¿Que pensará? Está tan sola"

Presiente que su unión con los elementos hace que también se seque. 
!Si esa mujer se hubiera quedado con una pequeña parte de cuanto dio; cuanto tendría!
Pero cuanto hubo no fue para ella misma, la necesitaban



 Hasira vuelve a llorar, porqué es consciente de que también la anciana demandó, exigió, urgió,  presionó y entre todos los demandantes, la destruyeron, la apagaron... 
Ahora el sol ha recuperado su poder absoluta y les azota sin descanso.
Hasta en las noches parece negarse a esconderse.
Sin la fuerza de la dama mágica, el mundo gira sin sentido 
La Naturaleza gime desorientada.

 Quiere creer que su sonrisa es de verdad. 
No quiere ver lágrimas en los ojos de la espartana
Si las viera, ¿que sentido tendría la vida y la muerte?


Mientras Ylena camina descalza bajo el sol abrasador hasta llegar al roble quemado, el primero en arder tras la última batalla.
Fuego y sangre
Más batallas
Más acero
Más huesos tirados en el suelo
Alimento para los buitres


La espartana mira el árbol que antaño recibió sus plegarías y sabe como intentó dejar que el fuego se consumiera en él y no se extendiera

Suspira. 

No pidió sentir estas cosas que otros no aprecian.
 No escogió. 

Se sienta en el suelo tiznado y contempla las figuras de los esqueletos del bosque

Sólo entonces habla con los Dioses. 

Sólo entonces sabe que la escucharán





 Este es mi desierto
Aquí vivo
En este páramo donde me dejasteis
Olvidasteis decirme quien soy
Y decidí ser todas ellas
Todo ello

No hay lugar para la lástima
No hay tiempo para lamentaciones
No hay escusas para el dolor
No hay más que hacer y hacer

Es un lujo dormir demasiado
Es un pecado desear lo que no te falta
Es banal querer estar más hermosa
Es de ilusos esperar recompensas

Seguir y seguir
Tener lo que decidáis darme 
Acatar que lo quitéis cuando queráis
Sois caprichosos y egoístas  

No es consentimiento, 
no os lo consiento
No es rabia,
me enseñasteis a amar sobre todas las cosas
No es tristeza, 
recordad que deseáis que esté siempre alegre

Pero no estáis...
Nos abandonasteis
Me abandonasteis a mi suerte
Y ya sabeis...
tengo poco de todo
Naturalmente no es una queja,
tengo cuanto necesito

¿Iréis a castigarme ahora?

Otra penitente culpable
Quizás somos demasiados los devotos descontentos,
pero puede que os equivocarais y nos hicierais así,
seres desajustados, incompletos, inadaptados

No se, después de todos, los Dioses sois vosotros
Pero como tengo este don de hablaros,
 os niego el gusto de escucharos

Apago la luz y cierro mi corazón
Mucho habrá de llover para que lo abra de nuevo
Mucho habré de mojarme

Más no os precocupeis amos de los mundos,
seguiré 

Y seguiré sola
Sea vuestra voluntad
Compañeros ausentes de mi desidia



Recordad humanos que la vida no espera
Ya lo dije mucho antes




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